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El Profeta Muhammad dijo: «Dios es hermoso y ama la belleza».
La búsqueda artística de la belleza sagrada se ha plasmado en todo momento y lugar, desde los intrincados tejidos de Irán hasta los elevados arcos del palacio de la Alhambra en España.
A medida que el islam se expandía por todo el mundo, surgió un híbrido de cultura y fe que produjo expresiones artísticas que reflejaban cada región. Las mezquitas otomanas de Estambul, diseñadas principalmente por Sinan el Arquitecto en el siglo XVI, son hitos distintivos de la arquitectura musulmana. Inspiraron a personas como Sir Christopher Wren, uno de los arquitectos británicos más famosos, quien integró el estilo otomano en su diseño de la catedral de San Pablo de Londres.
El intercambio cultural se remonta más atrás, ya que la arquitectura islámica también toma prestados los estilos bizantinos, como se ve en la arquitectura y los mosaicos de la Cúpula de la Roca de Jerusalén, construida por primera vez en 691. Los trazos angulares de la caligrafía cúfica, el estilo más antiguo de la escritura árabe, se encuentran en el interior de la mezquita.
La geometría es quizás la forma de arte más relacionada con el islam. Los artistas desarrollaron un estilo geométrico único mediante el uso de cuatro formas: el círculo, el triángulo, el cuadrado y el hexágono. Los cuatro se combinan para crear patrones múltiples y especulares, que reflejan el concepto de eternidad, unidad y perfección de Dios.
El arte islámico no es el arte por el arte, sino el arte por Dios. Hoy en día, los artistas siguen expresando su espiritualidad empleando estilos tradicionales y contemporáneos en la constante búsqueda de la conexión con lo Divino.
