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El sentido global del deber hacia el planeta es un principio vital que el islam comparte.

El Corán dice que los seres humanos somos guardianes de la tierra, lo que es a la vez un regalo y una gran responsabilidad. El Profeta Muhammad se hizo eco del mensaje coránico diciendo: «La tierra es verde y hermosa, y Dios os ha designado guardianes de ella».

El Profeta Muhammad fue un ecologista en su tiempo. Instó a los musulmanes a ser verdes aunque el mundo estuviera a punto de acabarse, diciendo: «Si tienes un retoño en la mano, plántalo aunque sea la Última Hora». También alentó a la conservación del agua, aconsejando a los musulmanes que no derrocharan cuando hicieran las abluciones para la oración aunque estuvieran junto a un río caudaloso.

Destacó la importancia de mantener los lugares públicos ordenados como un acto de fe: «Una de las ramas de la fe es quitar un obstáculo de la calle».

En medio de los desafíos actuales del consumismo y el despilfarro, el principio islámico de respeto a la tierra tiene una resonancia especial para los musulmanes quienes se unen a los esfuerzos colectivos de protección del planeta.

Iniciativas como las campañas de «siembra un árbol» encajarían bien con la ecoética del Profeta Muhammad, dado que organizó la plantación de árboles y campos de dátiles, y convirtió los bosques en áreas de conservación para apoyar los ecosistemas. Él dijo: «Quien planta un árbol y lo cuida con esmero hasta que madura y da frutos es recompensado».

La preocupación por el medio ambiente puede observarse a lo largo de la historia, especialmente en la época otomana, cuando los ministros asesoraban a los sultanes en cuestiones medioambientales.

Un innovador ingeniero y arquitecto llamado Sinan, que vivió en el Imperio otomano, creó un método de reciclaje en el siglo XVI en el que el humo producido por cientos de velas y lámparas de aceite en la mezquita de Suleimán, en Estambul, se canalizaba hacia una cámara separada y el hollín se utilizaba como tinta para escribir.

En la España islámica, la conservación del agua era una rutina, en la que el agua de lluvia se recogía de los tejados de teja cerámica y luego pasaba por un sistema de tuberías a cisternas subterráneas para su almacenamiento.

Hoy en día, los musulmanes continúan con la campaña universal de acción contra el cambio climático y a favor de la agricultura ecológica, una vida sostenible y, además, un Hajj más ecológico.

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