La espiritualidad islámica se basa en el recuerdo de Dios.
Al igual que la atención plena o mindfulness, la espiritualidad para un musulmán implica estar plenamente presente y ser consciente de lo que hace y por qué.
Los musulmanes lo hacen conectando con Dios a través de la oración, la reflexión y los actos cotidianos.
La espiritualidad es un espacio de autorreflexión, y el Profeta Muhammad dijo: «Quien se conoce a sí mismo conocerá a su Señor». Así, el éxito en el Corán se define en términos espirituales: «Aquel que ha nutrido su alma, es el exitoso». (91:9)
En el pensamiento islámico, el corazón es el centro de la conciencia humana, a través del cual los musulmanes centran su atención en el amor a Dios y, por extensión, en el amor a Su humanidad y a Su creación. El Corán afirma: «Gastad en la causa de Al-lah y no contribuyáis a vuestra destrucción con vuestras propias manos, sino haced el bien, pues Al-lah ama a los que hacen el bien». (2:195)
Según un dicho islámico, Dios dice: «No puedo ser contenido en el espacio de la tierra, no puedo ser contenido en el espacio de los cielos. Pero puedo ser contenido en el corazón de mi siervo amado».
El amor divino es un aspecto central de la espiritualidad islámica y ha sido plasmado por los poetas musulmanes a lo largo del tiempo, incluido el famoso poeta musulmán Rumi, quien dijo: «Disuelve tu alma en el amor de Dios. Juro que no hay otro camino».
En el islam, todos los aspectos de la vida están ligados a la espiritualidad. Se anima a los musulmanes a tener un papel activo y beneficioso en este mundo: plantar un árbol, cuidar de un vecino o ayudar a una persona necesitada son considerados actos espirituales.